ISSUE 123
EDITORIAL BY Anneli Aliaga
by Anneli Aliaga
When Celia Cruz, one of the most celebrated Cuban artists, released the song ‘La Vida es un Carnaval’ (‘Life is a Carnival’) in 1998, it instantly became a hit. Aside from the numerous awards and global acclaim it has received for its musicality, the song is featured in Amores Perros (2000), a well-known contemporary Mexican film directed by Alejandro González Iñárritu. The song, with its uplifting tropical tune and lyrics such as ‘la vida es una hermosura’, feels disjointed from the gritty reality of a film plot that depicts scenes of devastating tragedy and horror caused by a car accident in Mexico City. Yet, Cruz’s lyrics are simultaneously perfectly attuned to the situation: after all, aren’t the themes of inversion, contradiction and subversion at the heart of carnival?
In the early twentieth century, the term ‘carnivalesque’ started to appear in literary circles. As described in the 2018 edition of the Oxford Dictionary of Critical Theory, the Russian literary critic Mikhail Bakhtin first applied the term to written works that depicted some form of a reversal of power structures. In his analysis, Bakhtin was able to identify the carnivalesque in the works of the sixteenth-century French author François Rabelais, who uses satire and comedy in his writing as well as portraying transgressive behaviour to threaten a rigid social order. Despite being conceived and applied in a Western cultural sphere, the carnivalesque makes me think of the Andes. The notions of reversing power structures remind me of the Indigenous Andean concept of Pachakuti: Bolivian sociologist and intellectual Silvia Rivera Cusicanqui explains this term as “la revuelta o vuelco del espacio-tiempo, con la que se inauguran largos ciclos de catástrofe o renovación del cosmos” (“the reversal or over-turning of space-time which introduces long cycles of catastrophe and renovation in the cosmos'') (Sociología de la imagen: Miradas ch’ixi desde la historia andina, 2015). Indeed, in the twenty-first century, Pachakuti has been central to Bolivian political discourse with the rise of the first Indigenous head of state since the colonisation of the Americas.
Carnival as a theme flirts with revolutionary ideas. In the celebration of carnival, glimpses of radical change, the reversal of power, and the undoing of colonialism are played with in a colourful, light-hearted and folkloric dance display. However, literary critic Terry Eagleton argues that “carnival is a licensed…form of transgression” and therefore offers “nothing more than a mirage of change” (Oxford Dictionary of Critical Theory, 2018). Carnival, in Eagleton’s eyes, is therefore a controlled chaos, destined to tease and offer ideas of profound societal change and the dismantling of dominant power structures only to never deliver. In this sense, I ask myself, is Bolivia currently living a carnival? A politically and culturally driven governmental campaign for decolonisation is everyday more prevalent; the official political representation of Indigenous communities is statistically improving; the International Work Group for Indigenous Affairs (IWGIA) reports that, thanks to mass mobilisations and uprisings, native communities in Bolivia have managed to reclaim their collective ownership of 23% of the country’s total area, known as Tierras Comunitarias de Origen (Community Lands of Origin).
Regardless of carnival’s political or religious significance, the final weeks of February promise to be a good party at the least. Yet, as can be seen from its relevance in popular culture and academic spheres, the theme of carnival extends beyond the scope of the Christian calendar and forms more of an integral part of our lives than we could have imagined. The following edition of the Bolivian Express reveals how some individuals in Bolivia have dedicated their livelihoods to the celebration, therefore echoing that life for them - as Celia Cruz sings - really is a carnival.
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Cuando Celia Cruz, una de las artistas cubanas más celebradas, lanzó la canción 'La Vida es un Carnaval' en 1998, se convirtió instantáneamente en un éxito. Además de los numerosos premios y el reconocimiento mundial que ha recibido por su musicalidad, la canción aparece en Amores Perros (2000), una conocida película mexicana contemporánea dirigida por Alejandro González Iñárritu. Al parecer, la canción, con su melodía tropical y su letra alegre que nos dice que “la vida es una hermosura”, no fluye con una trama cinematográfica que nos muestra una cruda realidad, escenas de tragedia y horror causadas por un accidente de coche en la Ciudad de México. Sin embargo, al mismo tiempo, la letra de Cruz está en perfecta sintonía con la situación que nos presenta la película: después de todo, ¿no son los temas de inversión, contradicción y subversión centrales al concepto de carnaval?
A principios del siglo XX, el término ‘carnivalesque’ comenzó a aparecer en los círculos literarios occidentales. Como se describe en la edición de 2018 del Diccionario de Oxford de Teoría Crítica, Mikhail Bakhtin, el crítico literario ruso, aplicó por primera vez el término a obras escritas que describen la inversión de las estructuras de poder. En su análisis, Bakhtin pudo identificar el carnivalesque en las obras del autor francés del siglo XVI, François Rabelais, quien utiliza la sátira y la comedia en su trabajo, además de representar un comportamiento transgresor para amenazar un orden social rígido. A pesar de ser concebido y aplicado en un ámbito cultural occidental, el carnivalesque me hace pensar en los Andes. La noción de invertir las estructuras de poder me hacen recordar el concepto Andino de Pachakuti. La socióloga e intelectual boliviana Silvia Rivera Cusicanqui explica este término como “la revuelta o vuelco del espacio-tiempo, con la que se inauguran largos ciclos de catástrofe o renovación del cosmos ” (Sociología de la imagen: Miradas ch'ixi desde la historia andina, 2015). De hecho, en el siglo XXI, Pachakuti ha sido central en el discurso político boliviano con el ascenso del primer jefe de estado indígena desde la colonización de las Américas.
El carnaval como tema coquetea con ideas revolucionarias. En la celebración del carnaval, se juega con ideas de cambio social radical, la reversión del poder y la destrucción del legado de colonialismo durante la exhibición de danzas coloridas, alegres y folclóricas. Sin embargo, el crítico literario Terry Eagleton argumenta que “el carnaval es una forma autorizada donde se puede realizar la transgresión” y por lo tanto ofrece “nada más que un espejismo de cambio” (Oxford Dictionary of Critical Theory, 2018). Por lo tanto, carnaval es, en los ojos de Eagleton, un caos controlado, destinado a simplemente provocar y ofrecer fantasías de cambio social y del desmantelamiento de las estructuras de poder dominantes. En ese sentido, me pregunto, ¿Bolivia está viviendo un carnaval? Cada día prevalece más una campaña gubernamental para la descolonización política y cultural del país; la representación política oficial de las comunidades indígenas está mejorando estadísticamente; El Grupo Internacional de Trabajo para Asuntos Indígenas (the International Work Group for Indigenous Affairs) nos informa que, gracias a movilizaciones y manifestaciones, las comunidades nativas de Bolivia han logrado recuperar la propiedad colectiva del 23% de la superficie total del país, conocidas como Tierras Comunitarias de Origen (TCOs).
Divorciándonos del significado político o religioso del carnaval, las últimas semanas de febrero prometen ser, al menos, una buena fiesta. Sin embargo, como se puede ver en la cultura popular y las esferas académicas, el tema del carnaval se extiende más allá del calendario cristiano y forma una parte más importante de nuestras vidas de lo que podríamos haber imaginado. La siguiente edición de Bolivian Express revela cómo algunas personas en Bolivia han dedicado sus vidas y oficios a la celebración, recordándonos que para ellos la vida realmente es un carnaval, como canta Celia Cruz.
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Carnival: a word with endless meanings
08 Aug, 2023 | Olivia Millard
Home to 36 Indigenous cultures and their respective languages, the bridging of worlds is at the heart of Bolivian national identity. Cross-cultural relations have been a topic of national interest for...