BALLET DE BOLIVIA
30 Apr, 2021 | Fruszina Gal
Photos: Changtse Quintanilla & Fruszina Gal
ENGLISH VERSION
Redefining the social boundaries of an artform
To think of ballet is to think of a well-constructed image of a tall, slender, fair-toned dancer in front of an elegant, rich, fair-toned audience. The art of pirouettes and tutus has always retained an elitist, if not racially discriminative, tone throughout history and around the world. Its origins in Europe have given it a sense of exclusivity that has not allowed much room for progress. But here in La Paz, once the curtains open and the applause dies a contrasting sight becomes visible – a short, dark-skinned Bolivian, standing out amongst the expected.
Ballet schools in Bolivia are changing ever so slowly. The transformation might be gradual and singular to a small number of groups, such as Ballet de Bolivia (BDB), but the initiative reflects an overarching change in the country towards a more inclusive interpretation of this particular dance style.
Jimmy Calla Montoya, Director of BDB, emphasises the importance of Bolivian identity not only as an essential part of his ballet, but also as the core of his institution. He has danced for the Ballet Folklórico Nacional de Bolivia and has had his own ballet school for six years now. Having travelled around the Bolivian countryside and learned first-hand about indigenous dances, Calla believes the ballet scene is slowly becoming more inclusive – although it hasn’t been easy. Originally, classical ballet in Bolivia was limited to people who had money and descended from Spaniards and criollos. As one of the first few non-white Bolivian dancers, Calla remembers being called one of the ‘dark ones’ at the start of his career.
‘Classical ballet is European and the physical prototype is of a European, not a native South American,’ he explains. ‘The most shocking in my case was that I was brown, and in 1997 this problem was a lot more prominent. The issue of discrimination also transpired in my transfer to traditional ballet. When I applied [to Ballet Folklórico Nacional] they objected to my features. At the time, dancers wanting to represent Bolivia in European shows still had to have light skin and light eyes.’
But as Calla says, ballet in Bolivia is becoming ever more inclusive, if only in small measures. On a national level, Ballet Folklórico Nacional now accepts all dancers, which is a sign of progress. At BDB, Calla recruits artists who have a body for ballet, independently of their skin tone, and who can learn the skills that he is looking for.
One of Calla’s objectives in founding BDB was to give the opportunity to all Bolivians, regardless of their skin colour and stature, to dance and to learn about ballet. The other important motivation was to reclaim a national heritage that he felt was being lost. According to Calla, when transposed to the urban, more international context of Bolivian cities, traditional dances have been stylised to a point that they have lost their essence. ‘A lot of the traditional symbolism has been lost,’ he explains. BDB is his attempt to preserve the soul and spirit of Bolivia. He hopes to showcase Bolivian culture to the rest of the world by intertwining the technique of classical ballet and the symbolism of indigenous dances. ‘There are a lot of codes from our existing cultures that we don’t know about,’ Calla says. ‘The indigenous, the original – almost no one knows about it.’
With such matters at the forefront, what results is folkloric ballet that conveys a concrete sense of Bolivian identity. During the first five years of Calla’s school, BDB only performed outside of Bolivia as a strategy. The traditional garments and clothes came from indigenous towns, but the ballet itself was created for a foreign audience. They performed in Chile, Paraguay, Argentina, Brazil, and have received invitations to perform in Europe too. This year, however, Calla has decided to bring the dance back to its roots for the first time. The school performed this year at Casa de las Culturas, in La Paz, to represent the legend of the Loco Paya-Paya, a forbidden dance from the Yungas that is performed between midnight and 5am. For Calla, it is essential that his dancers do research and understand the concept behind every dance creation. He believes it’s what separates BDB from the rest of ballet organisations.
‘In La Paz there are a lot of groups that call themselves “ballet”,’ Calla says, ‘and whose directors have never seen or studied the art. My ballet is the opposite, full of morenos to represent the varied fabric of our culture. My goal is for this ballet to become the reference, interwoven with the native. I want people to know what we are wearing, what it represents, what it means.’ In this sense, BDB is a counteroffer to existing groups that Calla believes invent indigenous dances and erase Bolivian culture instead of cultivating it. His current school consists of 35 people, all of whom have to learn about the origin of a dances before they can perform it.
Calla hardly has to think to sum up BDB in three words. ‘It’s easy,’ he says, ‘Indigenous. Disciplined. Passionate. Blending classical and traditional ballet fulfils me. I want it to fulfil others as well.’
VERSIÓN EN ESPAÑOL
Redefiniendo los límites sociales de una forma de arte
Pensar en ballet es pensar en una imagen bien construida de una bailarina alta, esbelta y de tono claro frente a una audiencia elegante, rica y también de tonos claros. El arte de las piruetas y los tutús siempre ha conservado un tono elitista, si no racialmente discriminatorio, a lo largo de la historia y en todo el mundo. Sus orígenes en Europa le han dado una sensación de exclusividad que no ha dejado mucho margen para su progreso. Pero aquí en La Paz, una vez que se abren las cortinas y mueren los aplausos, se hace visible una vista contrastante: un boliviano bajito y de piel oscura, destacándose entre los espectadores.
Las escuelas de ballet en Bolivia están cambiando muy lentamente. La transformación puede ser gradual y singular para un pequeño número de grupos, como el Ballet de Bolivia (BDB), pero la iniciativa refleja un cambio generalizado en el país hacia una interpretación más inclusiva de este estilo de baile en particular.
Jimmy Calla Montoya, Director del BDB, enfatiza la importancia de la identidad boliviana no sólo como parte esencial de su ballet, sino también como núcleo de la entidad que representa. Ha bailado para el Ballet Folklórico Nacional de Bolivia y tiene su propia escuela de ballet desde hace seis años. Después de haber viajado por el campo boliviano y haber aprendido de primera mano acerca de las danzas indígenas, Calla cree que la escena del ballet se está volviendo poco a poco más inclusiva, aunque no ha sido fácil. Originalmente, el ballet clásico en Bolivia se limitaba a personas que tenían dinero y descendían de españoles y criollos. Como uno de los primeros bailarines bolivianos no blancos, Calla recuerda que lo llamaron uno de los 'tez oscura' al comienzo de su carrera.
"El ballet clásico es europeo y el prototipo físico es de un europeo, no de un sudamericano nativo", explica. “Lo más impactante en mi caso fue que era moreno, y en 1997 este problema era mucho más prominente. El tema de la discriminación también surgió en mi transferencia al ballet tradicional. Cuando presenté mi solicitud [para el Ballet Folklórico Nacional], objetaron mis características físicas. En ese momento, los bailarines que querían representar a Bolivia en espectáculos europeos todavía tenían que tener la piel clara y los ojos claros ".
Pero como dice Calla, el ballet en Bolivia se está volviendo cada vez más inclusivo, aunque solo sea en pequeñas medidas. A nivel nacional, el Ballet Folklórico Nacional ahora acepta a todos los bailarines, lo cual es una señal de progreso. En BDB, Calla recluta artistas que tienen un cuerpo para el ballet, independientemente de su tono de piel, y que pueden aprender las habilidades que él está buscando.
Uno de los objetivos de Calla, al fundar BDB, fue dar la oportunidad a todos los bolivianos, independientemente de su color de piel y estatura, de bailar y aprender ballet. La otra motivación importante fue recuperar una herencia nacional que sentía que se estaba perdiendo. Según Calla, al ser trasladados al contexto urbano, más internacional de las ciudades bolivianas, los bailes tradicionales se han estilizado hasta tal punto que han perdido su esencia. "Se ha perdido gran parte del simbolismo tradicional", explica. BDB es su intento de preservar el alma y el espíritu de Bolivia. Espera mostrar la cultura boliviana al resto del mundo entrelazando la técnica del ballet clásico y el simbolismo de las danzas indígenas. "Hay muchos códigos de nuestras culturas existentes que no conocemos", dice Calla. "El indígena, el original, casi nadie lo ve y lo sabe".
Con estos temas a la vanguardia, el resultado es un ballet folclórico que transmite un sentido concreto de identidad boliviana. Durante los primeros cinco años de la escuela de Calla, BDB solo actuó fuera de Bolivia como estrategia. Las prendas y vestimentas tradicionales provenían de pueblos indígenas, pero el ballet en sí fue creado para un público extranjero. Actuaron en Chile, Paraguay, Argentina, Brasil y también han recibido invitaciones para actuar en Europa. Este año, sin embargo, Calla ha decidido devolver el baile a sus raíces por primera vez. La escuela actuó, además, en la Casa de las Culturas, en La Paz, para representar la leyenda del Loco Paya-Paya, un baile prohibido de los Yungas que se realiza entre la medianoche y las 5 de la mañana. Para Calla, es esencial que sus bailarines investiguen y comprendan el concepto detrás de cada creación de danza. Él cree que es lo que distingue a BDB del resto de organizaciones de ballet.
“En La Paz hay muchos grupos que se autodenominan ballet”, dice Calla, “y cuyos directores nunca han visto o estudiado el arte. Mi ballet es todo lo contrario, lleno de morenos, para representar el tejido variado de nuestra cultura. Mi objetivo es que este ballet se convierta en el referente, entretejido con lo nativo. Quiero que la gente sepa lo que llevamos puesto, lo que representa, lo que significa ”. En este sentido, BDB es una contraoferta a grupos existentes que Calla cree que inventan bailes indígenas y borran la cultura boliviana en lugar de cultivarla. Su escuela actual está formada por 35 personas, todas las cuales tienen que aprender sobre el origen de un baile antes de poder realizarlo.
Calla apenas tiene que pensar en resumir BDB en tres palabras. "Es fácil", dice, "indígena. Disciplinado. Apasionado. Combinar ballet clásico y tradicional me satisface. Quiero que también satisfaga a los demás ".